collettivo culturale tuttomondo pilar Barceló Maíz
La morte del poeta di Pilar Barceló Maíz (Spagna)
L’angelo del silenzio
m’imbavagliò la bocca,
crocifisse la mano,
e andò a sedersi sopra al mio cuore
soffocandolo di lievità.
Parole come pugni
versi come ali
dispersi, ma non liberi
vere, ma non precise.
Giú, molto giú,
tumulo di pietre
acqua stagnante.
Immobile la mano
e nudo il foglio,
versi traslucidi si affacciano ai mie occhi
e saltano nel vuoto,
bagnati ed incompleti.
Mai più perfetti,
stampati,
inafferrabili.
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La muerte del poeta Pilar Barceló Maíz (Espana)
El ángel del silencio
amordazó mi boca,
crucificó mi mano,
y se sentó sobre mi corazón
ahogándolo de levedad.
Palabras como puños,
versos como alas,
dispersos, y no libres,
auténticas, y no exactas.
Hondo, muy hondo,
túmulo de piedras,
agua estancada.
Inmóvil la mano,
desnudo el folio,
translúcidos versos asoman a mis ojos
y saltan al vacío,
mojados e incompletos.
Ya nunca más perfectos,
impresos,
inasibles.
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Traduzione: Miriam Bruni
Foto: Keith Carter – fair use
Nací y crecí en Madrid y allí estudié tres años “Periodismo” en una de sus seis universidades, la Universidad Complutense.
En 1980 me marché a Italia, a Roma concretamente, para aprender el bello idoma de Dante en una academia que lleva su nombre, “Instituto Dante Alighieri”, y al mismo tiempo y durante los dos años siguientes me dediqué a estudiar artes escénicas en la “Scuola di Teatro Sperimentale di Trastevere”, cuya traducción en castellano sobra.
Me fui para un año y me quedé cuatro. Cuatro años que viví intensamente, durante los que trabajé temporalmente y en los que aprendí con empeño, además de visitar, conocer y vivir en varias otras ciudades del tan justamente llamado “Bell paese”.
Durante mis años italianos hice una escapada de diez meses a Francia, en principio con el pretexto de mejorar el francés de mi bachillerato, y en realidad para recorrer y conocer tantas de sus espléndidas ciudades: Perpignan, Toulouse, Bordeaux, Montpellier, Nîmes y Àrles, entre otras muchas otras.
Al regresar a Italia, el gusanillo del viaje ya cosquilleaba mi curiosidad y así me embarqué en una modesta pero espectacular odisea de cinco meses por la India, viaje que satisfizo con creces mi anhelo de culturas y lenguas extrañas.
En 1984 llegué a Berlín, ciudad que desde un principio y citando parcialmente a Julio César: “Llegué, vi y… amé”.
Tanto la ciudad de antes como la ciudad de hoy no deja de encandilarme y sorprenderme. En esta ciudad he hecho tantas cosas, he aprendido muchas más y he padecido, de vez en cuando, lo que me correspondía.
Cinco años pasé estudiando “Historia y Lingüística” en la Universidad Técnica de Berlin, TU, y en la Universidad Libre, FU, sin que el destino en forma de circunstancias personales me permitiera acabar con un título académico, pero como la gran Edith Piaf “je ne regrette rien” ni ahora ni entonces, ocupada como estaba en ganarme mi humilde existencia a través de mis múltiples profesiones: camarera, azafata de ferias y congresos, traductora, autora por libre y docente de español por este orden y a veces, varias de ellas al mismo tiempo, y por si con el trabajo no bastase la creatividad me golpeaba con sus alas hasta obligarme a darle rienda suelta.
Fue así que empecé a escribir artículos para publicaciones en castellano, participé en talleres literarios, tomé parte en lecturas, en actividades literarias y en tantos otros proyectos donde la palabra escrita fuera la protagonista.
Empecé a escribir haikús y un par de revistas españolas, ahora ya desaparecidas, tuvieron el buen juicio de publicarlos.
En 1986 mi inquieto gusanillo viajero me convenció para otro viaje, esta vez a la bíblica tierra de Israel, premiada de belleza y castigada de conflictos. A mi regreso de tanta exhuberancia histórica, paisajística y política hice una escala de tres meses en mi tierra, para descubrir que mi casa no es ya mi casa, y volver a Berlín sin la frente marchita pero con alegría de descubrir donde estaba, y sigue estando, mi hogar.
Entre el 1992 y 1993 realicé otros dos breves viajes de cuatro y seis semanas respectivamente a Turquía, tierra hermosa de gentes, de cultura y de paisajes y así aprendí un mínimo de turco rudimentario que aún sigo tartamudeando en Kreuzberg.
Al fin, arrastrándome en la caudalosa corriente del río de mi vida, el destino y mi decisión me hicieron arribar a orillas de la didáctica y desde 1992 me dedico principalmente a la enseñanza del castellano en la Universidad Popular y en otras instituciones y ocasionalmente, a las traducciones y al lectorado de textos en castellano, y con ello como el gran Machado, “pago el techo que me cubre y el pan que me alimenta”, y puesto que no sólo de pan vive el hombre, sigo escribiendo e intento enseñar a otros a escribir, dando clases de escritura creativa mientras trato de acabar mi “gran obra” y continuar fluyendo en el río de mi vida. Con las dos, mi vida y mi obra, aún me queda mucho camino.