collettivo culturale tuttomondo Antonia Pozzi E vivo della poesia
E vivo della poesia come le vene vivono del sangue.
Vivo de la poesía como las venas viven de la sangre
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Antonia Pozzi
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Antonia Pozzi (Milano, 1912 – Milano, 1938) è stata una poetessa italiana.
La grande italianista Maria Corti, che la conobbe all’università, disse che «il suo spirito faceva pensare a quelle piante di montagna che possono espandersi solo ai margini dei crepacci, sull’orlo degli abissi. Era un’ipersensibile, dalla dolce angoscia creativa, ma insieme una donna dal carattere forte e con una bella intelligenza filosofica; fu forse preda innocente di una paranoica censura paterna su vita e poesie. Senza dubbio fu in crisi con il chiuso ambiente religioso familiare. La terra lombarda amatissima, la natura di piante e fiumi la consolava certo più dei suoi simili».
A soli ventisei anni si tolse la vita mediante barbiturici in una sera di dicembre del 1938, nel prato antistante l’abbazia di Chiaravalle. Nel suo biglietto di addio ai genitori parlò di «disperazione mortale». La famiglia negò la circostanza «scandalosa» del suicidio, attribuendo la morte a polmonite. Il suo testamento fu distrutto dal padre, che manipolò anche le sue poesie, scritte su quaderni e allora ancora tutte inedite. (fonte Wikipedia)
Antonia Pozzi nace en Milán en 1912.
Hija única del prestigioso abogado Roberto Pozzi y de Lina Cavagna Sangiuliani, proveniente esta de una familia de la antigua nobleza lombarda. Comienza sus estudios infantiles en la escuela pública de la Vía Ruffini milanesa. Posteriormente, será matriculada en el Liceo Ginnasio Manzoni, donde se gradúa en 1930. Es durante esta época cuando la joven Pozzi se fascina de inmediato por su profesor de griego y latín Antonio Maria Cervi. Su cultura excepcional, la pasión con la que enseña, la moral que exudan sus palabras y sus actos, la dedicación con la que sigue a sus estudiantes, hacen que Antonia Pozzi le venere. Esa veneración pronto se convierte en amor y será un amor tan intenso como trágico, ya que fue frustrado por el abogado Pozzi con todos los medios que tuvo a su alcance. No obstante, viven unos años de intensa relación marcados siempre de cerca por la férrea oposición de la familia hacia esa unión.
Cuando en 1933 esta relación termina, Antonia Pozzi escribe que esta se acaba: “No de acuerdo con el corazón, sino con el bien”.
En realidad este amor permanecerá imborrable en su alma, a pesar de que, quizá para llenar el vacío inmenso de un ser dominado por las emociones y por una carga dolorosa de sensibilidad, se engañara con nuevos amores y proyectos para sobrevivir durante los turbulentos días de su corta vida.
En 1930, Antonia Pozzi comienza a asistir a la Facultad de Fiosofía y Letras de la Universidad Estatal de Milán. Allí hace algunos amigos (Vittorio Sereni, Remo Cantoni o Dino Formaggi) que, de distintas maneras, entrelazarán sus experiencias vitales y culturales a las de la joven poeta. Asimismo, en la Facultad conocerá a prestigiosos maestros, entre los que se encuentra Antonio Banfi, titular del curso de estética, y con el que se gradúa en 1935 con la tesis Flaubert. La formazione letteraria (1830-1865).
Entre los años 1934 y 1937 viajará a Sicilia, Grecia, Norte de África, Austria, Alemania e Inglaterra. Estos viajes no solo la acercarán a otras culturas, sino que le servirán también para profundizar en la práctica de las lenguas alemana e inglesa que llegará a dominar.
Pero nada de esto logra mitigar el drama existencial que vive la poeta.
De personalidad hiperestésica, el abandono de Cervi, la situación política en la que se encuentra Europa -invadida por el fascismo y a punto de entrar en una guerra de consecuencias trágicas que llevarán al mundo y a toda su generación hacia el abismo-, hunden a Antonia en una melancolía en la que la muerte, siempre presente en su ánimo, se desliza por sus versos y por sus diarios, por sus cartas y por su sangre. Demasiada fiebre vital para que la vida no se consuma en sus venas.
En una noche gélida de principios de diciembre de 1938, Antonia sale en bicicleta de Milán y se adentra en el campo. Se oculta en un foso a la sombra de la abadía de Chiaravalle, toma un puñado de barbitúricos y se ofrece a la oscuridad.
Antonia Pozzi no publicó nada en vida.
Unos meses después de su muerte, y por iniciativa de su padre, el abogado Pozzi, se publica una recopilación de su obra poética bajo el título de Parole (Mondadori, Milán, 1938). Posteriormente fue reeditada en 1964 con un prólogo de Eugenio Montale.
Fueron también publicaciones póstumas su tesis de licenciatura Flaubert. La formazione letteraria (1830-1865) y sus cartas y diarios.
La poesía de Pozzi es alma y cuerpo, magia y terrenalidad, dolor y gozo, muerte, comunión con la naturaleza hasta el punto de sentirla como un trasunto de sí misma, donde su espiritualidad interior y el paisaje se funden.
Se podría decir que la poesía de Pozzi, es Pozzi en cuerpo y alma
La obra de esta autora milanesa, la poesía, las cartas, las páginas del diario, incluso la fotografía (a la que era tan aficionada y en la que plasmó la misma agudeza y sensibilidad por el detalle de su poesía), representa un legado extraordinario. Sus palabras modernísimas son capaces de emocionar, sacudir, turbar a los hombres y a las mujeres de hoy porque en ellas está la vida vivida con la intensa pasión de la entrega sin condiciones, con ese desprendimiento vital que solo pueden sentir los locos o los genios. Una poesía que para Antonia Pozzi es un destino escrito en la piel como un tatuaje. Porque la joven poeta italiana vivió la poesía “como las venas viven de la sangre” ( por Herme G. Donis)
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Antonia Pozzi e vivo della poesia
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